“Ésa soy yo. Una tonta adolescente que no busca su sitio en el mundo porque ya lo ha encontrado junto a un papel en blanco y una historia sin contar”.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Una historia de tantas

Aquí dejo una historia. Sin nombres ni lugares para que vosotros pongáis los vuestros, para que os sintáis parte de ella y penséis que fue escrita para vosotros.

Ella siempre tenía las manos frías. Él también, pero menos que ella. Le bastaba con tomársela con cariño para que entrase en calor, no sin que antes ella se la pusiese en el cuello para hacerle sentir un escalofrío.
Cuando ella caminaba por delante de él, no podía remediar salir corriendo y abrazarla por detrás, pasando sus brazos por su estrecha cintura o por encima de los hombros, según conviniese. Y ella le tomaba de la mano para quedar firmemente unidos. Y entrelazaban sus dedos para mostrar al mundo que nada podría con ellos.
Los labios de él besaban las mejillas de ella, haciendo su camino hasta sus labios, rozándolos pero sin llegar a tocarlos.
Cuando se abrazaban, trataban de decirse todo sin usar palabras. Ella apretaba la cabeza contra su pecho y él rodeaba con fuerza su cintura en un intento de fundirse en uno solo.
Sólo tenía que besarla la frente para que ella sintiese mil mariposas volando en su estómago.  Ella sólo tenía que sonreírle para que él pensase que era la persona más afortunada del mundo. Era oler su perfume y sentirse transportado a un mundo paralelo lleno de felicidad, de armonía, de color, lleno de ella.
Y entonces él la besaba y ella se dejaba querer, dando todo de sí, compartiendo su cariño, sintiendo que nadie más la podría hacer feliz.

Pero esos sentimientos se agotan. La rutina puede con ellos o, simplemente, uno de los dos deja de sentir lo mismo y entonces toda esta historia que aquí cuento deja de ser una forma de vida para convertirse en un bonito recuerdo.

2 comentarios:

  1. Joder Vega, y perdón por la palabra mal sonante, pero es que tía, se me ha caído una lágrima, más de una, no voy a mentirte.
    Llorar porque, he incluido en tu historia a un "él" y a mi. Como bien has dicho, dejó de ser una forma de vida para convertirse en un bonito recuerdo. Y bueno, eso es lo que he hecho, recordar. Y llorar.

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    1. El tiempo al final no lo cura todo; los recuerdos siguen doliendo.
      Sabes que si quieres hablar de esto como de cualquier otra cosa (o persona) sólo tienes que decirlo.
      Lamento haber tardado en responder.

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