“Ésa soy yo. Una tonta adolescente que no busca su sitio en el mundo porque ya lo ha encontrado junto a un papel en blanco y una historia sin contar”.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Amores que, aunque maten, nunca mueren

Creo que nunca he escrito sobre esto,  ni sobre ti, o más bien lo que he escrito era tan escandoloso y privado, o tan escandalosamente privado, que habría sido una locura dejar que alguien lo leyera.
 Un día caí en la cuenta de que la posibilidad de perderte, aunque ínfimamente posible, existía.
Que existiría un día que dejarías de estar en mi vida, y eso me dejaría tan rota por dentro como por fuera, que un día nuestros juegos se acabarían, que en algún momento de la vida tendrías que verme en brazos de otro, aunque interiormente los dos sepamos que siempre seré tu niña. Que nadie sabrá nunca qué hacer exactamente para hacerme rabiar como lo haces tú. Que un día me encontraría sola en este mundo y tú no estarías allí para orientarme. Que un día dejarías de llevarme en brazos cuando los tacones me doliesen. Que en algún momento lloraría por ti y no contigo. Que nuestro momentos juntos eran la imagen del amor. Me di cuenta de lo que eran las promesas el día que me abrazaste cuando estaba llorando y me dijiste "no te preocupes, todo va a estar bien". Y puede que de ahí en adelante no todo fuese bien, pero tú hacías que todo fuese mejor de lo que era.Y que a pesar de que digan que los para siempre no existen, yo sé que el nuestro es real. Que nunca encontraré otro pecho como el tuyo, para poder cerrar los ojos al mundo. Que nunca querré a nadie como te quiero a ti.
Y es que estoy enamorada de ti, papá. Busco el significado del amor en tus ojos verdes y lo encuentro en tus abrazos. Y es que nunca hubo un amor comparable al que hay entre una hija y su padre.
Perdón por mis malas contestaciones y mis días grises, gracias por enseñarme a pintar coloreándolos tú mismo.
Perdón por no decirte más a menudo que te quiero. No es que no lo haga, ya lo sabes, soy así.