“Ésa soy yo. Una tonta adolescente que no busca su sitio en el mundo porque ya lo ha encontrado junto a un papel en blanco y una historia sin contar”.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Me encuentro frente a la pantalla de un ordenador cuyo teclado carece de la letra enie, en un colegio ingles, (ahora me doy cuenta de que tambien carece de la opcion de poner tildes), con un monton de desconocidos a mi alrededor, un profesor dando clase en ingles de algo que debe ser como informatica, llevo cinco dias viviendo en la casa de un ingles que acabo de conocer y lo mejor de todo es que todo esto me parece lo mas normal del mundo.
Y mientras pienso que (ese "que" iria con tilde) escribir aqui, el autocorrector ingles me subraya de rojo todas las palabras, ya que estan espaniol.
Este ambiente resulta tremendamente nuevo y aun asi me siento a gusto. Es desconocido y tengo la sensacion de que no fuese asi.
Y mientras la pantalla de este ordenador se sigue llenando de lineas rojas me doy cuenta de lo muy distinto que es todo aqui.
Y, como me siento mentalmente bloqueada para escribir algo coherente y cohesionado, dejare que acabe asi esta extrania entrada.
(Lamento las faltas de ortografia y la ausencia de tildes).

martes, 19 de noviembre de 2013

¿Búsqueda de la felicidad? No, más bien, búsqueda de adjetivos

Llevo días intentando pensar un adjetivo que pueda definir la continua sensación tan amarga que me persigue, pero no lo encuentro. Es una búsqueda tan vana como la de buscar una aguja en un pajar. No, miento. Buscar una aguja en un pajar sería más eficaz, puesto que creo que el adjetivo que yo busco para definirme ni tan siquiera existe, al contrario que esa ansiada aguja. E intento explicarme y no lo logro y ¿por qué? Pues porque no sé cómo defenderme sin un sólido argumento basado en las palabras. Y esto me frustra aún más y lo único que consigo es confundirme más a mí misma.
Tras mucho tiempo de búsqueda lo único que he llegado a encontrar es una palabra que se acerca bastante a las emociones que transmitiría ese adjetivo. "Agridulce". Sí, esa es la palabra. Algo así como sentimientos contradictorios: rabia y compasión, odio y cariño, felicidad y agonía. Sentimientos contradictorios, repito.
Son como esas sensaciones que me producían las montañas rusas cuando era pequeña: cuando iban despacio, quería caer a toda velocidad por una gran pendiente pero cuando estaba cayendo, ansiaba la tranquilidad. Y más o menos así me encuentro ahora. En una constante montaña rusa. Una de esas con muchos loopings y tirabuzones, que te hacen soltar adrenalina, llenas de subidas y bajadas, de esas que montas en ellas porque "¿Quién sabe cuando tendré la oportunidad de repetir?". Pero lo cierto es que no sé si quiero bajarme de esta atracción o seguir con esas emociones fuertes porque, al fin y al cabo, las dos opciones son irreversibles


lunes, 11 de noviembre de 2013

Una historia de tantas

Aquí dejo una historia. Sin nombres ni lugares para que vosotros pongáis los vuestros, para que os sintáis parte de ella y penséis que fue escrita para vosotros.

Ella siempre tenía las manos frías. Él también, pero menos que ella. Le bastaba con tomársela con cariño para que entrase en calor, no sin que antes ella se la pusiese en el cuello para hacerle sentir un escalofrío.
Cuando ella caminaba por delante de él, no podía remediar salir corriendo y abrazarla por detrás, pasando sus brazos por su estrecha cintura o por encima de los hombros, según conviniese. Y ella le tomaba de la mano para quedar firmemente unidos. Y entrelazaban sus dedos para mostrar al mundo que nada podría con ellos.
Los labios de él besaban las mejillas de ella, haciendo su camino hasta sus labios, rozándolos pero sin llegar a tocarlos.
Cuando se abrazaban, trataban de decirse todo sin usar palabras. Ella apretaba la cabeza contra su pecho y él rodeaba con fuerza su cintura en un intento de fundirse en uno solo.
Sólo tenía que besarla la frente para que ella sintiese mil mariposas volando en su estómago.  Ella sólo tenía que sonreírle para que él pensase que era la persona más afortunada del mundo. Era oler su perfume y sentirse transportado a un mundo paralelo lleno de felicidad, de armonía, de color, lleno de ella.
Y entonces él la besaba y ella se dejaba querer, dando todo de sí, compartiendo su cariño, sintiendo que nadie más la podría hacer feliz.

Pero esos sentimientos se agotan. La rutina puede con ellos o, simplemente, uno de los dos deja de sentir lo mismo y entonces toda esta historia que aquí cuento deja de ser una forma de vida para convertirse en un bonito recuerdo.