– ¿Por qué dices eso?- pregunté confusa.
– Porque te gusta mucho. Subes el volumen siempre
que suena.
Fue en ese momento cuando lo
entendí. Hasta ese momento no había entendido qué era el amor. No entendía cuál
era ese sentimiento tan fuerte del que todo el mundo habla.
Amor era que supiese cuál era mi
canción favorita sin yo tener que decírselo. Amor era que por las noches se
despertase con frío y fuese a mi habitación a cubrirme con una manta. Amor era
que fuese al supermercado sin mí y me comprase Nutella porque sabe que me la
acabo en dos suspiros. Era que fuese de compras ella sola y me trajese el
abrigo que habíamos visto a una chica por la calle sólo por comentarla que me
parecía bonito. Era que, al volver a casa después de haber estado tiempo fuera,
me tuviese preparada mi cena favorita. Que haciendo zapping vea que está en
algún canal mi peli favorita, me llame y deje la tele puesta en ese canal a
pesar de a ella le apeteciera ver otra cosa. Que pase por una librería y me
llame para preguntarme si quiero algún libro nuevo en especial. Que no me
regale lo que quiero, si no lo que necesito. Sí, eso también es amor. Que deje
de hacer lo que estaba haciendo para leer lo que he escrito y darme su opinión.
Que guarde todos mis cuadros y dibujos por muy mal que estén. Que me saque
fotos constantemente porque sabe que me gusta tener esos recuerdos aunque de
ese modo ella no salga en ellas. Que me ceda su último cacho de pizza porque a
mí me guste cómo le ha quedado. Que
comparta sus libros favoritos conmigo. Que plante en su rincón flores moradas
porque dice que le recuerdan a mí. Todo esto es amor.
Y ella estaba ahí, cantando
tranquilamente la que ella llamaba “mi canción”, sin saber que acababa de
hacerme entender una de las mayores interrogantes en esta vida.
Me sorprendes, otra vez.
ResponderEliminarAna
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