“Ésa soy yo. Una tonta adolescente que no busca su sitio en el mundo porque ya lo ha encontrado junto a un papel en blanco y una historia sin contar”.

lunes, 6 de enero de 2014

A veces me pregunto dónde te metes, Inspiración

Me encuentro frente a mi ordenador. El Word abierto. Un documento en blanco. El guión parpadea animándome a que empiece a escribir. Pero no encuentro sobre qué. Mi inspiración parece haberse esfumado. Tengo miedo de que no vuelva. Yo sabía hacer esto. Llevo demasiado tiempo con mi mente bloqueada. Intento expresarme y no me sale. Me gusta escribir cosas que te lleguen a ese pequeño rincón que tenemos en el que guardas tus sentimientos y emociones. O, a veces, busco llegar a tu cerebro con mis críticas sociales, expresando mis pensamientos, esos que parecen pertenecer a otra época.
Pensé que había encontrado mi fuente de inspiración. Jugaba con la razón y la emoción. Me iba bien. No sé por qué pero a la gente le gusta leer acerca de los sentimientos de otras personas. Me funcionaba. Nos gusta criticar lo que nos rodea. Pero se me ha acabado ya. Podría seguir escribiendo sobre mis recuerdos, mi tristeza y mis críticas, pero no serviría más que para salvar el paso. Sería repetirme. Y no me gusta. Quiero cambiar. Romper con mi rutina.
Busco ideas en mi alrededor. El cable del cargador del ordenador enredado, una serie policíaca en la tele, un vaso casi vacío, mis uñas rojas tamborileando en el teclado. Lo de siempre. Todo igual. Pienso que tal vez esta monotonía sea la culpable de mi frustrante y prolongado bloqueo mental. Lo maldigo en silencio mientras cierro el documento en blanco del Word. Buscaré otro momento, otra musa o, simplemente, otro sentimiento porque está claro que algo en mí no funciona.

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