“Ésa soy yo. Una tonta adolescente que no busca su sitio en el mundo porque ya lo ha encontrado junto a un papel en blanco y una historia sin contar”.

lunes, 4 de agosto de 2014

Tan triste como el mar

Las olas muerden mis pies. Sí, los muerden. Porque el agua está tan fría que duele. O a lo mejor soy yo que estoy tan sensible que todo me daña. Las olas rompen con fuerza a mi lado y el viento agita mi pelo. Por primera vez, no me molesta que el mar esté bravo porque, por fin, puedo decir que nos parecemos en algo. Antes envidiaba su libertad pero ahora me planteo si realmente es libre, o sus olas furiosas son un intento de llegar a tierra firme. Quién sabe, a lo mejor el sonido de sus olas tan característico tan solo es un grito desesperado, un grito al que nadie hace caso. Y es que tal vez hasta el mar este cansado de la arena. Miro al horizonte en busca de algo, aunque en verdad no veo nada, ni tan siquiera el horizonte. Hay una bruma levantada que solo se ve si miras lejos de ti y difumina el horizonte y parece que el cielo y el mar fuesen solo uno, todo está indefinido. Esa bruma debe ser lo que hay en mi cabeza, ya que ningún pensamiento lo tengo ya definido. Pero alcanzo a ver el faro a lo lejos. Ojalá yo tuviera algún faro que guiase mis pensamientos.

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