“Ésa soy yo. Una tonta adolescente que no busca su sitio en el mundo porque ya lo ha encontrado junto a un papel en blanco y una historia sin contar”.

jueves, 3 de julio de 2014

Eso que tú llamas felicidad

¿Qué ha pasado? ¿Qué te han hecho? ¿Qué te has hecho? Cuéntamelo. Entre calada y calada tienes tiempo. Te miro, te miro y no te reconozco. Te has convertido en algo que nunca quisiste ser. Dejaste de ser mi ejemplo a seguir para ser el ejemplo de qué no seguir. Dime dónde quedaron esos momentos de felicidad juntos, esa complicidad y esos juegos de dos que nadie más entendía, porque yo no los veo por ningún lado. Ya no sé si es por el humo de tus porros que no me deja verlos o porque tú mismo te has encargado de esconderlos. De esconderlos como escondíamos nuestras travesuras. O como yo guardaba tus secretos. El problema es que ahora tus secretos a mí se me quedan grandes y no es porque yo sea de baja estatura. Siempre fuiste propenso a dejar que tu felicidad dependiera de otras personas pero nunca imaginé que le darías ese privilegio a una planta. Una planta que te da felicidad por media hora y destruye todo lo que a tu alrededor te la daba el resto del día. Igual que destruye tu personalidad. Y no te creas, tu “felicidad”, irónicamente, también ha destruido la mía. Y la de esta casa que ahora tiembla con cada vez que te enfadas. Como la pata de esa mesa que se rompió en un intento de huir de casa. Como mi cuerpo con cada grito. Como el papelillo de tu cigarro cuando resoplas indignado.

Pero, tranquilo, tú sigue inhalando tu felicidad y sigue pensando que ese humo expulsa tus problemas, que seguro que así, el día que soples y apagues la llama de tu mechero, tus deseos se cumplirán. Mientras tanto yo estaré aquí, para cuando esa felicidad te dañe y te des cuenta que tus problemas no se han ido. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario