Pienso en lo que debe sentir aquella mujer y me acuerdo de ti. De repente me entra un pánico terrible. Más que pánico, es angustia. Es una angustia que no voy a poder calmar porque el miedo que la funda es real. En algún momento, una de las dos dirá un adiós que dejará a la otra sin un pedacito de sí. Por eso es que quiero que me prometas una cosa: que esperaremos juntas ese momento. Que cuando seamos viejas seguiremos siendo amigas. Que nunca perderemos ese espíritu joven y fresco que nos caracteriza. Que reiremos a carcajadas mostrando a todo el mundo nuestras dentaduras postizas del mismo modo que ahora mostramos las nuestras sanas. Que seguiremos disfrutando de la compañía de la otra. Que seguiremos hablando horas y horas muertas sin aburrirnos. Que quedaremos por las tardes para no hacer nada en especial como solemos hacer ahora. Que nos tomaremos un café juntas en la cafetería de la esquina antes de recoger a los nietos del colegio. Que no olvidaremos todos esos momentos que hemos vivido juntas y todos los que nos quedan por vivir. Que seguiremos sonriendo al recordar la historia de cómo nos conocimos. Que seguiremos cuidándonos la una a la otra como acostumbramos a hacer. Que seguiremos vacilándonos como sólo nosotras sabemos.
En definitiva, que la distancia no nos separará a la una de la otra y que el tiempo no nos hará olvidarnos. Que superaremos todos esos obstáculos juntas porque somos expertas en hacerlo.
Muy bonito Vega, se te da bien escribir desde los sentimientos.
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